Los críticos de la teoría de evolución de Darwin a veces han utilizado ejemplos o argumentos para demostrar que los procesos aleatorios no pueden provocar resulta significativos, organizados. Se señala, por ejemplo, que los monos, incluso un gran número de ellos, tecleando al azar en una máquina de escribir, nunca escribirían El origen de las especies, aunque dejásemos un margen de millones de años y muchas generaciones de monos aporreando maquinas de escribir. Este argumento es convincente contra cualquier proceso que sea azaroso. Pero la selección natural no es un proceso azaroso.
La selección natural es un proceso que fomenta la adaptación al elegir combinaciones que ‹‹que tienen››, es decir, que son útiles para los organismos. Consideremos la siguiente modificación del ejemplo de los monos. Existe un proceso por el cual se escogen palabras tales como‹‹el››‚ ‹‹sol››‚ ‹‹también››‚ ‹‹sale››, etc. Estas simples combinaciones de unas pocas letras surgirán de forma ocasional. Supongamos además que cualquier palabra que surja es trasladada a las teclas de otra máquina de escribir. Los aleatorios golpes de los monos sobre las teclas de esta máquina de escribir de segundo nivel a veces proporcionaran combinaciones de palabras, tales como ‹‹el sol también sale››. Cualesquiera que sean las combinaciones significativas de palabras (es decir, oraciones), estas son trasladadas a las teclas de una máquina de escribir de tercer nivel, en la que los párrafos significativos que surjan son seleccionados e incorporados a las teclas de una máquina de escribir de orden superior. Está claro que con el tiempo se producirán páginas e incluso capítulos ‹‹con sentido››. Sin embargo, el resultado final no será un texto ‹‹irreduciblemente complejo››. En la naturaleza, el proceso de la selección natural es el que ‹‹escoge›› las combinaciones que ‹‹tienen sentido››, como el ejemplo bacteriano.
No necesito llevar más lejos la analogía de los monos, puesto que está lejos de la satisfactoria. El punto que deseo subrayar, contra aquellos que argumentan que el deseo y la adaptación al medio ambiente no puede ocurrir por medio de procesos aleatorios, sino que hay un proceso ‹‹selectivo››, que escoge combinaciones adaptativas porque éstas se reproducen de manera más eficaz y así llegan a predominar en las poblaciones. Las simples combinaciones adaptativas constituyen, a su vez, nuevos niveles de organización sobre los cuales vuelven a operar los procesos de mutación (aleatorias) más selección (no aleatoria, sino direccional). La complejidad de organización de los animales y las plantas ha surgido como consecuencia de la selección natural y su lento y progresivo avance, a lo largo de eones de tiempo.
Varios cientos de millones de generaciones separan a los animales modernos de los primeros animales del periodo geológico cámbrico (hace 542 millones de años). El número de mutaciones que se pueden comprobar, y las finalmente seleccionadas, en millones de individuos animales a lo largo de millones de generaciones es difícil de comprender para una mente humana. Pero podemos entender fácilmente que la acumulación de millones de pequeños cambios funcionalmente ventajosos pudo producir órganos adaptativos de notable complejidad, como el ojo.
Francisco Ayala, Darwin y el Diseño Inteligente